Dicen que tiene la flor más grande del mundo, presenta una forma fálica y despide un olor a cadáver difícil de olvidar. Sus suculentas características y la poca frecuencia con la que esta planta tropical crece en cautividad han convertido al ‘Amorphophallus titanum’ en una estrella mediática estos días. Y no es para menos: los suizos han esperado casi dos décadas para verla florecer por primera vez.